Hace unos pocos días se ha confirmado lo que Valiya Hamza, cientifico hindú que ha dedicado décadas en la investigación de la cuenca amazónica pensaba. Se trata del sistema de drenaje de la selva. Y es que no solo es el río Amazonas su única fuente de desagüe, sino que, gracias al trabajo de una compañía excavadora que busca yacimientos petróliferos, se ha determinado que debajo de la selva «fluye» una masa de agua.

El descubrimiento está confirmado. Sin embargo lo que aún sigue en debate es el hecho de si se debe llamar río o no. Y es que el agua que lleva fluye a una velocidad sumamente lenta. Según las investigaciones superficiales, el agua va de los 10 a los 100 metros por año. Eso significa que un glaciar se desplaza más rápido. Además, debido a la profundidad de aproximadamente 4000 metros bajo la superficie de esta masa de agua, los científicos creen que el agua debe ser salina y no dulce ni mucho menos fresca.

Por el momento se le ha llamado Río Hamza en honor al científico promotor de la hipotesis antes mencionada.

Esto nos lleva a reflexionar. Si aún hoy desconocemos tantas maravillas de nuestro planeta, ¿por qué nos enfrascamos en querer conocer todo el universo? No estoy en contra de la investigación cientifica más allá de los límites de la Tierra, de hecho soy un aficionado a la física y por ende, a los grandes misterios del universo. Pero aquí en la Tierra tenemos aún mucho por dónde escavar.

¿Cuántas especies de insectos quedan por descubrir? ¿cuántas plantas nuevas siguen en el misterio total? ¿Cuantas cuevas, formaciones rocosas, formaciones de cristales, cenotes, ríos subterráneos etc? Aún queda mucho por descubrir y poco tiempo para hacerlo porque a este paso primero destruiremos y después encontraremos solo los restos de lo que bien pudieron haber sido maravillas naturales.

 

Fuente: Guardian.
Imagen en portugués tomada de Velrats.